Cuando las bodas reales superan a las historias de terror, sabes que el amor está muerto… literalmente.
El aire en la catedral era denso, como si el tiempo se hubiera detenido. Las paredes resonaban con un eco fantasmal, y un frío inexplicable se colaba por las rendijas. El suave murmullo de los presentes apenas podía ocultar el escalofrío que recorría la espina dorsal de cada testigo. Un incienso pungente, casi sofocante, flotaba en el aire, dándole a la escena un toque de lo irreal.
El día que una reina muerta dio el «sí, acepto»
Estamos en 1324, y la Reina Juana I de Castilla se prepara para la boda más macabra jamás vista. Pero aquí está el giro: la reina muerta, Juana, no es la protagonista. Durante años, Juana llevó consigo el cuerpo embalsamado de su esposo, Felipe el Hermoso, convencida de que algún día resucitaría. Pero hubo otra reina que llevó este concepto a otro nivel. Isabel de Portugal, en la Francia del siglo XIV, fue forzada a casarse con el cadáver del rey Fernando IV para legitimar a su heredero.
Algunos matrimonios están hechos en el cielo; este se selló en el más allá.
Cuando todo se desmadra
Imagina las implicaciones de casarse con un cadáver. ¿Qué juramentos se hacen en una boda donde una parte ya ha cruzado al otro lado? ¿Un «sí, acepto» pronunciado entre el mundo de los vivos y el más allá? La corte se llenó de susurros: ¿y si el rey decidiera levantarse de su tumba, reclamando su lugar? La política y la superstición se entrelazaban en una danza macabra, con un reino entero en juego. 🤯
El remate final
Quizás, en el Club Curioso, solo la eternidad sabe lo que significa un «hasta que la muerte nos separe». Imaginar a una reina muerta casándose con un cadáver nos deja pensando: ¿será que el amor trasciende incluso la más absurda de las realidades? O tal vez, solo tal vez, algunas tradiciones son mejor dejarlas enterradas… junto a sus protagonistas.
🎁 Dato para soltar en cualquier conversación:
“El único matrimonio que fue más allá del ‘hasta que la muerte nos separe’… literalmente.”
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